El mundo según Best
George Best ha dejado unas cuantas frases para el recuerdo. Palabras que nos recordarán para siempre la filosofía de vida que, lamentablemente, le han llevado a bailar con la muerte de forma tan prematura.
Admirado por todos como futbolista, no tuvo tanta suerte con sus parejas, amigos o familiares, que sufrieron de cerca a un mujeriego incorregible, a un juerguista sin límite casado con el alcohol.
Qué podía esperar la familia de un tipo que, tras un transplante de riñón, se atrevía con este tipo de perlas: “Estuve allí dentro unas diez horas y me tome unas cuarenta pintas. Batí mi record por veinte minutos”. Comparaba la cantidad de transfusiones de sangre con pintas de cerveza.
Y no tenía ninguna intención de dejarlo: “He dejado de beber, pero sólo cuando duermo” o “en 1969 dejé las mujeres y la bebida, pero fueron los peores veinte minutos de mi vida”. Por no hablar de sus problemas económicos: “He gastado un montón de dinero en bebida, chicas y coches. El resto, sencillamente, lo derroché”.
Vivió deprisa. Como las estrellas del rock. No en vano le llamaban el “Quinto Beatle”. Quizá no se daba cuenta de que ese tipo de vida le iba a machacar el cuerpo hasta el punto de llevarle a la muerte con tan sólo 59 años. No hace mucho, se atrevía a criticar a las estrellas de Hollywood: “Antes, Robert Redford era un tipo muy atractivo. Ahora, mírale, está flojo, tiene la piel colgando y de un color muy extraño”.
También tuvo palabras para las nuevas estrellas del fútbol inglés. A David Beckham, a quien se le comparó en sus inicios, le envió este mensaje: “No le pega con la izquierda, no cabecea, no defiende y no marca muchos goles. Aparte de eso, está bien”.
La mejor forma de resumir la vida de Best la podemos encontrar en esta frase: “Hace años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas”.
Admirado por todos como futbolista, no tuvo tanta suerte con sus parejas, amigos o familiares, que sufrieron de cerca a un mujeriego incorregible, a un juerguista sin límite casado con el alcohol.
Qué podía esperar la familia de un tipo que, tras un transplante de riñón, se atrevía con este tipo de perlas: “Estuve allí dentro unas diez horas y me tome unas cuarenta pintas. Batí mi record por veinte minutos”. Comparaba la cantidad de transfusiones de sangre con pintas de cerveza.
Y no tenía ninguna intención de dejarlo: “He dejado de beber, pero sólo cuando duermo” o “en 1969 dejé las mujeres y la bebida, pero fueron los peores veinte minutos de mi vida”. Por no hablar de sus problemas económicos: “He gastado un montón de dinero en bebida, chicas y coches. El resto, sencillamente, lo derroché”.
Vivió deprisa. Como las estrellas del rock. No en vano le llamaban el “Quinto Beatle”. Quizá no se daba cuenta de que ese tipo de vida le iba a machacar el cuerpo hasta el punto de llevarle a la muerte con tan sólo 59 años. No hace mucho, se atrevía a criticar a las estrellas de Hollywood: “Antes, Robert Redford era un tipo muy atractivo. Ahora, mírale, está flojo, tiene la piel colgando y de un color muy extraño”.
También tuvo palabras para las nuevas estrellas del fútbol inglés. A David Beckham, a quien se le comparó en sus inicios, le envió este mensaje: “No le pega con la izquierda, no cabecea, no defiende y no marca muchos goles. Aparte de eso, está bien”.
La mejor forma de resumir la vida de Best la podemos encontrar en esta frase: “Hace años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas”.
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