littlefrank

miércoles, abril 26, 2006

EL ENIGMA KWAME

Siguiendo con nuestra afición a la NBA en general y al seguimiento a los Lakers que unos pocos de esta pandilla hacemos, reproduzco a continuación un artículo sobre uno de los jugadores de este equipo:

"Ahora resulta que, cuando ya más o menos nos habíamos hecho a la idea de que Kwame Brown iba a pasar a la historia como un fiasco en la NBA, el chico sabe jugar.

Tras cuatro temporadas plagadas de mediocridad sobre el parqué e inmadurez fuera, el destino de la ex primera selección del Draft 2001, parecía escrito: un ‘bluf’, o lo que los norteamericanos llaman comúnmente bust.

¿Recuerdan ese Draft, el que trajo a Pau Gasol con el número tres pero también a Tyson Chandler y Eddy Curry con el dos y el cuatro? Sólo el español ha cumplido con las expectativas desde entonces, incluso superando las de muchos escépticos del baloncesto europeo. ¿Acaso alguien dudaba entonces que este prodigio de la naturaleza, alto, robusto y ágil, iba a ser menos que el delgado alero del Barcelona con cara de niño?

Pintaba para crack pero hizo catacrack en cuanto Michael Jordan, general manager entonces de los Wizards y el responsable de su elección, decidió que iba a endurecer al chaval de la única manera que ‘Air’ jamás conoció: a base de retar su psicología. Pero más que endurecerle, lo que hizo el látigo de Jordan fue desarmar la frágil moral de Brown que, habiendo llegado directamente del instituto, no sufrió nunca un rapapolvo por parte de un técnico universitario ni, mucho menos, de un manager de la NBA que, resulta, es también el mejor jugador de todos los tiempos. Y, al fin y al cabo, ¿que joven hubiera soportado ser humillado, en una pachanga de uno contra uno, por el mismo directivo que lo seleccionó? Definitivamente, Brown no estaba acostumbrado al abuso de autoridad.

Y ese handicap de salida jamás se corrigió en Washington, donde fue precisamente un nuevo encontronazo con el entrenador Eddie Jordan en el momento menos oportuno –en plena primera ronda de Playoffs contra los Bulls– el que dictó su marcha de la franquicia tras cuatro frustrantes e improductivas temporadas.

Los Lakers, en pleno proceso de reconstrucción y buscando desesperadamente algo de altura en la pintura, optaron por darle una nueva oportunidad y canjearon a Caron Butler por sus servicios el pasado verano. Se esperaba que, con la alargada sombra de Bryant acaparando atención y bajo el tutelaje de Phil Jackson, el precoz ala-pívot experimentara una significante metamorfosis si no quería ser catalogado definitivamente como fracasado sin remedio.

Pero la primera mitad de la temporada pasó nuevamente sin pena ni gloria para un jugador que, en plena contrarreloj, no podía permitirse semejante lujo. Siempre suplente, jugaba una media de 20 minutos por partido, y casi nunca los últimos de un choque ajustado. Ese espacio de primetime era reservado a Bryant y jugadores más capaces de rendir a la hora de la verdad.
Y entonces, cuando ya todos casi nos habíamos resignado a su mediocridad, Brown empezó a encadenar actuaciones notables, poco a poco, pero con constancia. Una jugada defensiva aquí, unos rebotes allá y, ¡sorpresa! Hasta más de 15 puntos en alguna ocasión.
Tuvo, quizás, la mejor actuación de su carrera recientemente en el partido en que más lo necesitaba su equipo, colaborando en la victoria de los Lakers sobre Sacramento con 21 puntos, 12 rebotes y tres asistencias, y revirtiendo así un tanto su mal comportamiento en Washington. El triunfo permitió por fin a Los Angeles superar a los Kinas en la tabla y el rendimiento del ex jugador de los Wizards le supuso la felicitación del mismismo Bryant. “Kwame ha estado defendiendo muy bien todo el año y trabajando muy duro en los entrenamientos, pero a veces la gente quiere más. Y hoy les dio más. Estoy muy orgulloso de él.”, declaró el astro tras el choque.
Ya empezaba influir en los partidos antes de que se lesionara el pívot titular, Chris Mihm, requiriendo del ex número uno algo más que defensa y rebotes. “Con Chris estando fuera, no quería decepcionar a mis compañeros. Sé que mi rol ha cambiado un poco y ahora, además de correr, defender y capturar rebotes, el equipo necesita que anote puntos para ayudar a Kobe, y eso es lo que intento hacer”, explicó el ala-pívot, en una de sus mejores declaraciones hasta la fecha, revalidada por el hecho de haber superado la treintena de minutos en los últimos 12 encuentros, y dos veces la cuarentena.


Ahora la pregunta es si, después de cuatro años y medio de sequía, la reciente aparición de Brown, que sigue promediando sólo 6.9 puntos y 6.4 rebotes por partido, no es más que un espejismo o más bien una señal de que, como muchos otros jugadores interiores, su florecimiento como relevante factor ofensivo ha sido más lento de lo esperado en un principio. Lo cierto es que cuesta ver a Brown moverse, con esa agilidad y rapidez impropias de una percha tan imponente y musculosa, y no preguntarse el porqué de tanto talento desperdiciado.

Y, pese a los últimos datos de interés, el enigma permanece sin repuesta por ahora, hasta que Kwame nos demuestre lo contrario. "